¿Te ha ocurrido alguna vez que estés nervioso/a y de repente te encuentres comiendo aunque verdaderamente no tenias hambre? Y además, alimentos dulces o ultraprocesados porque era lo que te pedía el cuerpo.
¿Te ha pasado alguna vez eso de encontrarte decaído/a y ponerte a navegar por perfiles y perfiles de redes sociales y que se te haya ido el santo al cielo?
A veces realizamos ciertas acciones cuando nos encontramos mal, buscando una sensación de calma y bienestar inmediato, sin darnos cuenta y de forma muy automatizada.
Podemos pensar en primera instancia que no lo hacemos para evitar el malestar pero luego nos damos cuenta de que antes de hacerlo, nos sentíamos preocupados/as, tristes, solos/as, ansiosos/as, frustrados/as, aburridos/as…
Es común que no se nos haya enseñado y por ello no hayamos podido aprender a escuchar nuestras emociones y tolerar el malestar, por lo que tendemos a escapar de esa sensación dado que enseguida nos sobrepasa, no nos gusta sentirnos así y no sabemos qué hacer con ello.
Además, el ritmo de vida cada vez potencia más lo inmediato y la mala gestión de los impulsos. Queremos librarnos del malestar y tener un momento de «subidón» de forma rápida y fácil.
🔹 ¿Qué cosas pueden ser?
Comida
Videojuegos
Redes sociales
Sexo (en soledad o compañía)
Apps de citas
Compras
Tabaco
Alcohol
Drogas
Deporte obsesivo
Autolesiones
…
De esta forma, aprendemos a realizar diferentes conductas para reducir esa emoción que no nos gusta y no sabemos muy bien identificar, y buscamos sentirnos bien, aunque sea momentáneamente. Las ventajas que esto tiene a corto plazo sería:
a) Evitar el malestar
b) Buscar un reforzamiento inmediato
Dado que con ello conseguimos ambas vías, a corto plazo esta conducta se instaura y conforme la vamos repitiendo más veces, se va automatizando en nuestro cerebro. Nuestro sistema de recompensa actúa y libera neurotransmisores que inmediatamente nos dan esa sensación de placer y satisfacción. De esta forma y casi sin darnos cuenta, aprendemos e interiorizamos una manera disfuncional de regular nuestras emociones.
¿Por qué es disfuncional? Porque no nos ayuda realmente. Evitar una emoción no es entenderla ni elaborarla. Además, aunque actúe el sistema de recompensa, la dosis que cada vez necesitaremos para regularnos será cada vez mayor (Efectivamente, ¡como en las adicciones!). El problema de nuestra vida cotidiana que nos lleva a la sensación de malestar sigue estando ahí, y no solo no soluciona realmente esa circunstancia si no que al no aprender a entender mis emociones, no sé qué me genera exactamente, y por ello no soy capaz de tomar decisiones reales que me beneficien tanto a corto como a medio y largo plazo.
Es importante identificar lo que sentimos , darle nombre y gestionarlo de una manera adecuada. Además, existen múltiples formas de buscar bienestar sin que esas conductas se conviertan en adictivas y perjudiciales para nosotros/as.
¡Espero que os haya gustado!
Si te sientes identificado/a, no dudes en escribirme 🙂
