Mitos sobre el suicidio

nota

El suicidio sigue siendo un tema tabú en nuestro país, pese a que en España, lleva siendo la primera causa de muerte no natural durante más de una década.

Algo no estamos haciendo bien como sociedad cuando mueren en nuestro país más personas por suicidio que por accidentes de tráfico y no se habla de ello.  Según la OMS es la primera causa de muerte no natural también a nivel mundial (por encima de asesinatos u homicidios, etc). ¿Conocías estos datos?

Aún existen algunos mitos que impiden hablar de la conducta suicida de manera natural. Aquí hago un repaso de algunos de ellos, y los rebato según lo encontrado en la investigación y la práctica diara.

 

  1. Solo las personas con trastornos mentales se suicidan

Pese a que un algo porcentaje de personas que han consumado el suicidio tenían diagnosticado un trastorno mental, todo el mundo puede ser susceptible de que en un momento de la vida puedan aparecer por la cabeza pensamientos suicidas. Una etapa de acoso escolar o en el trabajo, sufrir violencia o abusos de cualquier tipo, una catástrofe, problemas económicos, diagnóstico de una enfermedad… son situaciones que pueden ocurrirnos sin que desde nuestra parte podamos ejercer control sobre ello, y desembocar en emociones negativas intensas que nos lleven a no ver salida al dolor.

La OMS sitúa precisamente como algunas de las causas más relevantes la presión por problemas socioeconómicos, conflictos bélicos, abusos, ser víctimas de la violencia, la discriminación, etc.

 

  • El que de verdad quiere suicidarse no lo dice

Esta concepción errónea a menudo hace que las personas no tomen en serio del todo las verbalizaciones de quien plantea la idea de suicidarse al considerar que no lo piensa realmente. Nada más lejos de la realidad, pues según los diferentes estudios realizados sobre muertes por suicidio, se ha comprobado que la gran mayoría de personas habían hablado de ello o avisado previamente.

Quizá esta idea está muy sustentada en el cine, donde de repente una persona de forma impulsiva acaba con su vida sorprendiendo a sus allegados, pero hemos de tener en cuenta que en la realidad, normalmente hay una rumiación sobre la idea e incluso cierta planificación, que no quita que la persona hasta que toma la decisión final pida ayuda a su círculo más cercano o deje indicios de lo que tiene en mente.

Hay que estar atentos/as a las señales no verbales: cambios en actitud, costumbres, vestimenta, actitud más desesperanzada y depresiva, etc., pues pueden ser indicios.

  • Hablar sobre suicidio con la persona puede animarle a hacerlo

Existe un gran tabú e impedimento a hablar del tema a en nuestra sociedad y en parte está sustentado por esta creencia. Tenemos la idea errónea de que hablar sobre suicidio puede incentivar los pensamientos de muerte de la persona, pero esto no es así.

La persona que piensa en quitarse la vida, en muchas ocasiones lo vive en silencio y con emociones intensas de culpa o miedo a ser juzgado. Poder hablar de ello abiertamente, entender las situaciones difíciles y las emociones intensas que pueden llevar a este planteamiento, reflexionar sobre el hecho de que puedan existir otras alternativas de solución…, puede quitar fuerza a la idea, fortalecer el vínculo afectivo con la persona y que esta pueda sentirse acogido, entendido y que no está sola.

Familiares de personas que se han suicidado y diferentes entidades sociales en cuanto a la prevención del suicidio están de acuerdo en una cosa: Hablar del suicidio salva vidas.

 

  • La persona que piensa en el suicidio es cobarde o es egoísta

Como sabemos (o podemos intuir), existe gran estigma en las personas con ideación suicida. Se las tilda de cobardes, egoístas, locos… El mayor problema que tienen estas personas es no ver un fin a su sufrimiento.

La persona que está atravesando una circunstancia extrema para ella a nivel emocional, no percibe la situación como la podemos percibir desde fuera. Lejos de entender el dolor que pueda causar a su familia, por ejemplo, siente que estarían mejor sin él/ella. Lejos de poder sentirse con fuerza para buscar alternativas de solución diferentes, se sienten impotentes, indefensos y sienten que nada de lo que hagan puede servir para salir del pozo sin fondo en el que ven que se encuentran.

Plantearse la idea de dejar de vivir no es algo fácil, y también es algo muy duro para la persona que lo vive. Acusarles de ser cobarde, egoísta etc., solo incrementaría la sensación de soledad e incomprensión que experimentan.

 

  • Hablar de suicidio es una llamada de atención

Las personas que hablan sobre las ideas de muerte que presentan, están pidiendo ayuda. Necesitan sentir consuelo donde perciben que nada ni nadie puede dárselo, y donde la desesperanza y desesperación se está adueñando de ellos.

Quizá no saben poner nombre a sus emociones o expresar cómo se sienten. Ante verbalizaciones como “me quiero morir”, “nada de esto tiene sentido”, hemos de mostrar comprensión y acogimiento. Entender su sufrimiento puede servir de ancla al momento presente, a sentirse arropados y a incentivar la motivación para mantenerse con vida.

 

  • El que intenta suicidarse tiene unas ganas convencidas de morir

Como he indicado antes, la persona que tiene pensamientos suicidas desea acabar con su sufrimiento y no ve ninguna otra salida de hacerlo.  Puede estar viviendo un cuadro de ansiedad, estrés postraumático o depresión muy agudo o prolongado en el tiempo que dificulta poder tomar perspectiva a la situación y a las emociones que presenta. Es importante entender que no es que desee morir, sino que desea dejar de sufrir.

 

  • Los que se suicidan solo son gente mayor

Esta afirmación también es un mito, pues no solo adultos de media o avanzada edad cometen actos autolíticos. Un estudio de 2017 revela que precisamente el suicidio es la tercera causa de muerte en el grupo de edad de entre los 15 a los 29 años. Muchos pueden padecer depresión, ansiedad, trastornos psicóticos, trastornos de la conducta alimentaria o abuso de sustancias. Algunos cuadros de depresión o ansiedad pueden estar motivados por situaciones de maltrato familiar, abuso sexual, acoso escolar, ciberacoso, sexting o grooming (en próximos post hablaré sobre estos términos).

Es esencial escuchar a nuestros niños, preadolescentes y adolescentes en su sufrimiento, no minimizar su dolor con “es cosas de chicos”, hacerles sentir que no serán juzgados si nos cuentan sus preocupaciones o son víctimas de algún tipo de acoso en la red (la vergüenza, el miedo o la culpa son emociones que impiden hablar con sus progenitores sobre lo que ocurre).

Bibliografía de los estudios que comento:

  • El suicidio en jóvenes en España: cifras y posibles causas. Análisis de los últimos datos disponibles. Universidad de Almería, 2017
  • Noticias sobre suicidio en los medios de comunicación. Recomendaciones de la OMS. Revista española de salud pública, 2017

También podéis leer en los propios canales de la OMS  o Salud Pública en España.

 

Espero que os haya gustado

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