Dependencia emocional, ¿Por qué siento que necesito a los demás?

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💔 ¿Qué es la dependencia emocional?

Todas las personas tenemos nuestra forma de relacionarnos con el mundo y con los demás. En ocasiones el término «dependencia emocional» parece ligado a descalificación, pero nada más lejos de la realidad: sólo identifica una de las formas en las que se crean vínculos con nuestros seres queridos.

¿Qué es, entonces? Podríamos darle muchas definiciones pero es, básicamente, cuando sentimos que necesitamos al otro para sentirnos de alguna manera completos, cuando no soportamos su lejanía física o emocional y esto nos genera niveles elevados de malestar. No es algo consciente, simplemente sentimos el impulso de estar con él/ella, de hacer cosas para fortalecer la relación constantemente, buscando esa cercanía y esa seguridad de que seguirá estando ahí esa persona. Puede darse con una relación íntima de amistad o familiar, pero  como más usual se suele dar en una relación de pareja.

¿Por qué sucede esto? Más adelante hablaré de los vínculos de apego, pero para poder entendernos, mucha parte de cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás la hemos aprendido en nuestra infancia. Cómo nos valoramos y cómo valoramos las relaciones interpersonales y sentimentales tienen su base en la infancia y adolescencia. Y por ende, estas formas de relacionarnos las generalizados en nuestra vida adulta. Estilos de apego más seguros, más evitativos, más ansiosos o más desorganizados pueden explicar gran parte de estos vínculos afectivos adultos (hablaré en próximas entradas de esto).

Hemos de ser conscientes de que nuestros padres o figuras de cuidado hicieron lo que pudieron con lo que tenían (física y emocionalmente hablando) pero quizá de algún modo hemos sentido alguna carencia emocional, por circunstancias de la vida. También hemos podido vivir vínculos afectivos posteriores que hayan creado o incrementado estas carencias. Al final todos/as vamos arrastrando heridas, de una forma u otra. Estas heridas si no las trabajamos, no sanan.

¿Cuáles son las heridas que pueden influir? Sentir que no somos capaces de tomar decisiones, que no merecemos amor o no tenemos mucho que ofrecer a los demás, arrastrar culpa por sucesos que hemos vivido, estar acostumbrados a tener que «demostrar» nuestra valía, bajo concepto sobre nosotros mismos, sentir que el amor romántico es el único objetivo en nuestra vida (o el más importante), baja tolerancia al abandono, miedo a la soledad… Y podríamos citar muchas más.

Esta sensación de «vulnerabilidad» nos puede acompañar siempre, la mayoría de las veces sin darnos cuenta, y saldrá a la luz en aquellas relaciones que sean lo suficientemente intensas e íntimas para nosotros como para destapar esa herida que no ha cicatrizado. Además, pueden influir creencias arraigadas en la sociedad sobre el amor y el romanticismo, no del todo sanas.

¿Qué diferentes patrones se pueden seguir? Dentro de las relaciones más seguras, se permite la intimidad y la cercanía emocional, pero también se tolera gratamente el espacio personal y la individuación de cada uno de los miembros de la pareja. Incluso, si existen desacuerdos, no nos genera un malestar que conlleve el cuestionamiento de mi valía personal o de la situación de la pareja, simplemente se abordan de la manera más asertiva posible. Esto no se da en las relaciones con componentes más altos de inseguridad. En unos casos más evitativos se puede huir del compromiso y la intimidad de manera inconsciente (al sentir que se acercan peligrosamente a nuestro núcleo más personal y sentirnos agobiados) y en otros casos más ansiosos y preocupados, buscamos constantemente la aprobación del otro y la reaseguración de que la relación es buena. Si percibimos malestar o discrepancias de opinión,en este segundo caso más ligado a la dependencia emocional, tenderemos a realizar acciones para mantener al otro a nuestro lado (aunque a veces, el resultado sea el contrario).

¿Cómo se crean las relaciones de dependencia? Sentiremos que necesitamos en cierto modo la compañía y protección del otro para sentirnos seguros. Estar con la otra persona calma nuestras heridas (de abandono, falta de autonomía, falta de autovalía, etc). En ese momento a corto plazo nos sentimos completos y tranquilos, sentimos que no necesitamos nada más. No obstante, depositar esa «calma» en la relación con la otra persona nos dejará sin estrategias personales para sentir esa seguridad fuera del vínculo afectivo. Cada vez buscaremos más esos momentos y cada vez tendremos menos espacio de crecimiento personal al margen de esto. Por ello, si la relación se rompe, el agujero emocional que sentiremos nos causará mucho malestar. Así, más o menos, se va creando la dependencia.

¿Qué podemos hacer entonces? Como he indicado, estos patrones los vamos forjando a lo largo de los años y con el paso del tiempo (también, en interrelación con los otros). Por ello cambiar de la noche a la mañana no es una opción viable. Sí nos ayudará será evaluar qué heridas podemos tener arrastradas y observar cómo se manifiestan en el presente. A veces no seremos conscientes de esto, y no pasa nada. Podemos analizar cuales son los patrones que seguimos en nuestras relaciones interpersonales y qué podemos hacer para dotarnos de estrategias personales para no caer en vínculos que puedan hacernos daño.

La psicoterapia es el contexto adecuado para poder poner encima de la mesa las cuestiones que nos hacen o nos han hecho daño, observar sin juzgar y ver modos de ayudarnos a estar mejor.

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