¿Cómo influyen los estilos de apego en mis relaciones de pareja?

dedos-juntos-pareja-1

¿Sientes que sin darte cuenta tus relaciones siguen un patrón? ¿Te has parado a pensar por qué hay relaciones que por más que ambos miembros lo intenten no funcionan? Muy probablemente se están dando dinámicas que impiden que la relación se asiente en una base segura. ¿Cómo puede ser eso?

Las personas aprendemos a amar (a nosotros mismos y a los demás) según hemos experimentado el afecto en nuestros primeros vínculos.  Estos primeros vínculos afectivos en la infancia nos enseñan a relacionarnos con nuestras propias emociones, con las emociones de los demás, interiorizamos un modelo interno sobre nosotros mismos y sobre las relaciones, sobre la percepción de amenaza, sobre la seguridad o no en la confianza en el otro, la autovalía, etc.

Unos padres que puedan entender y sintonizar con lo que le ocurre a su hijo/a serán capaces de ser un “espejo”, traduciendo en palabras y conductas sanas lo que el niño/a siente, regulando sus emociones y generando una sensación de confianza en si mismo y en el otro mediante el cariño y el respeto.  Si nuestro hijo/a se cae jugando y llora porque se ha hecho daño, no es lo mismo si reaccionamos gritándole e insultándole porque ya le habíamos avisado, si no le hacemos caso y nos decimos que ya se le pasará, si nos ponemos nerviosos nosotros con él mientras le curamos o si nos mostramos seguros y al curarle la herida le explicamos que es normal que se haya asustado y le ayudamos a calmarse.

Ante el primer caso, el niño percibirá caos en su mundo interno y externo, pues ante una demanda emocional (y física) no solo no se le ayuda a entender qué le está ocurriendo ni se cubre su necesidad, sino que además se siente más agredido y humillado, sintiendo así a los demás no solo como poco empáticos, sino como una amenaza. En el segundo caso, directamente encuentra indiferencia por lo que interiorizará que entrar en contacto con su mundo emocional no tiene mucho sentido  ya que los demás no estarán por ayudarle “él solo se sacará las castañas del fuego”. En el tercer caso, entenderá que la acogida por parte del otro también será desde la inestabilidad e inconsistencia, siendo normal que el otro se desborde aunque calme su necesidad. Y solo en el último caso será capaz de percibir al cuidador como una base totalmente segura, que calma su necesidad y además le traduce emocionalmente su mundo interno.

La tolerancia a la frustración,  a la incertidumbre, la capacidad para reflexionar y mentalizar sobre lo que ocurre, cómo regulamos nuestras emociones o la sensibilidad a la ansiedad tiene que ver mucho con todo esto.

A grandes rasgos, existen cuatro patrones en la clasificación clásica dentro de la teoría del apego a los cuales toda persona podemos tender:

  • Apego seguro –>  las personas han ganado la suficiente seguridad y autonomía como para ser capaces de estar a gusto consigo mismos, tomar sus propias decisiones y no depender de la aprobación del otro. A la vez que no sienten una necesidad imperante por tener pareja, también son capaces de vincularse afectivamente con otra persona, sin sobrepasar los límites del otro y sin evitar la intimidad. Son capaces de entender sus propias emociones y regularlas, sin evitarlas y sin necesitar que sea el otro quien calme su dolor. Se relacionan con el otro siempre desde el cariño y el respeto. Sería el punto medio justo adaptado al que se habría de aspirar en toda relación sana.
  • Apego evitativo –> Personas que han aprendido a no entrar demasiado en contacto con sus emociones, hablan poco sobre cómo se sienten y les cuesta confiar. Suelen ser personas que tienden a ser autosuficientes y sentir que no necesitan a nadie, y les cuesta entrar en intimidad con otra persona. Aunque pueden mantener relaciones de pareja, en la profundidad emocional, está el problema. Son personas que tienden a agobiarse con facilidad.
  • Apego ansioso- ambivalente –> Personas más preocupadas por sentirse válidas a través de lo que la otra persona les demuestra (o sienten que les demuestra), aguantan mal la soledad y tienden más a sentirse valiosos/as si se sienten queridos/as. Podemos encontrar mucho miedo al abandono y poca capacidad de regular su malestar, buscando en el otro la base segura que calme su dolor.
  • Apego desorganizado –> Mucha inconsistencia y caos en cuanto a afecto se refiere, pues puede existir el extremo de sentir que necesitan al otro y a la vez huir de él. Mucho miedo  a que les hagan daño y patrones incoherentes donde se interrelaciona el cariño con el daño de manera continua.

He de añadir que estas categorías de apego no son cajas aisladas deterministas, sino más bien un continuo dentro de la vinculación afectiva, y que dependiendo de la relación que establezcamos, la etapa en la que nos encontremos en nuestra vida, el estilo al que tienda la otra persona, etc., podemos relacionarnos más desde un patrón o desde otro.

Esto no será así para siempre, pues podemos aprender a interiorizar esta base segura en nosotros mismos y no en el exterior o en la huída de la intimidad, y podemos reajustar patrones sanos de autocuidado y de cuidado al otro.

Esta base segura se puede aprender y reajustar en psicoterapia.

Puedes escribirme por privado

Etiquetas relacionadas:
Compartir:
Picture of administrador
administrador
Artículos recomendados
Tags
Artículos recomendados
Relaciones
administrador

Mitos del amor romántico

Mitos sobre el amor romántico Desde Disney hasta la educación tradicional nos han indicado ciertas creencias (casi) incuestionables sobre el

Sigue leyendo