Cómo ayudar a alguien que ha perdido a un ser querido durante la pandemia

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El ser humano es un ser social, como ya decía Aristóteles. Los vínculos afectivos cobran gran relevancia en nuestro día a día. Es por esto que cuando un ser querido fallece, desde nuestros ancestros se han realizado rituales de despedida, donde los sentimientos y la espiritualidad tienen un papel fundamental.

No obstante, con el paso del tiempo estas costumbres se van llevando cada vez de manera más individual y con la cierta presión personal de «volver a la normalidad» cuanto antes. Esto dificulta que se pueda llevar a cabo un cierre adecuado a nivel emocional pues es necesaria esta etapa para sentir, reflexionar y empezar a aceptar lo sucedido.

Actualmente la pandemia del covid-19 ha disminuido las herramientas de las que como sociedad y como red de apoyo podemos disponer para hacer frente a esta situación, y es posible que dificulte los procesos de duelo de nuestros allegados y también los propios.

Las medidas tomadas para evitar la propagación del virus han supuesto que las personas enfermas estuvieran en un total aislamiento y hayan fallecido solas, por lo que sus familiares y amigos no han podido despedirse de sus seres más queridos en los últimos momentos de su vida ni les han podido dar un funeral en las mismas condiciones que hubieran ocurrido hace unos meses. Además, hay que tener en cuenta que el confinamiento ha podido mermar la percepción de apoyo social y aún las medidas de distanciamiento personal que hemos de seguir tomando pueden suponer ciertos costes emocionales para muchas personas al no poderse sentir libres para abrazar o llorar en el hombro de alguien.

¿Ante qué tipo de duelo me encuentro?

Es importante tener en cuenta que ante una muerte inesperada (accidente, empeoramiento repentino de la enfermedad etc) el proceso de duelo es más traumático que ante una muerte donde se ha podido anticipar el final, pues en este escenario se han podido integrar mejor las emociones asociadas a la pérdida, nos hemos podido ir concienciando poco a poco.

Una muerte repentina puede favorecer más que nos cuestionemos la vulnerabilidad del ser humano o la falta de seguridad de nuestras creencias sobre el mundo. Además puede tener asociados síntomas más de tipo ansioso: hiperalerta, flashback, dificultad para conciliar o mantener el sueño, ataques de pánico, sentimiento de impotencia, etc. Ante un fallecimiento que ya preveíamos, los síntomas que aparecen pueden tener más que ver con la tristeza, el desánimo o la falta de energía para continuar con nuestras acciones cotidianas. (No significa que en un tipo de proceso no puedan aparecer otros síntomas)

También es posible que la misma persona haya perdido a varios miembros queridos. Esto incrementa de manera significativa el dolor y la sensación de soledad y vulnerabilidad.

Por último, hemos de percibir si se ha podido realizar un ritual de despedida como un funeral o no ha sido posible. Este tipo de actos ayudan a crear un cierre, una elaboración de lo ocurrido, poner de manifiesto las emociones y promover la integración de la pérdida de nuestro ser querido.

¿Cómo puedo ayudar a una persona que ha perdido a un ser querido durante esta pandemia?

Es importante entender que, sobretodo al principio, la persona que ha perdido a un familiar o amigo se encontrará en bucles constantes donde le sea difícil centrar la atención en otra cosa. Esto es un proceso totalmente normal y necesario para elaborar lo que ha ocurrido e ir retomando poco a poco su vida. Será necesario que pueda percibir apoyo de los demás.

Las cosas que le pueden ayudar son:

  • Mostrar nuestra cercanía, sin presiones y sin imponer lo que creemos que tiene que hacer. Frases como «estoy aquí si me necesitas» ,»avísame si te apetece hablar», «llámame si te apetece dar un paseo» pueden ser muy acertadas. Dejar también que sea la persona la que decida en que medida ha de retomar ciertas actividades, animarle a hacerlas pero sin presionar ayudará a que no se enquisten sentimientos de frustración, culpa o impotencia.
  • Mostrar empatía, intentar entender cómo se siente, no juzgarle. Frases del tipo «ha debido ser muy duro», «es normal que te sientas triste/enfadado/…», etc., pueden validar su dolor. Es esencial evitar frases típicas del estilo «seguro que no ha sufrido», «tienes muchas cosas por las que seguir adelante», «céntrate en el futuro», etc. Estas frases pueden ser percibidas como que no tiene derecho a que le duela la pérdida, y en realidad tiene todo el derecho del mundo.
  • Ofrecer nuestra compañía. A veces creemos que se espera de nosotros decir o hacer algo que «le quite el dolor», y nada más lejos de la realidad. Estar con esa persona, aunque sea en silencio, darle la mano (o la mano en la espalda, a falta de abrazos por ejemplo), puede tener un gran poder, donde le estamos diciendo sin palabras algo muy valioso: «No estás solo».
  • Acompañar en pequeñas actividades o rituales de despedida. No solo un funeral es la manera de escenificar la despedida. Escribir una carta, guardar las cosas de la persona fallecida, recoger viejas fotos…, estos pequeños actos podemos realizarlos con la solemnidad y la emoción que requieren. Podemos animarle a hacerlos cuando se sienta preparado/a y acompañarle si prefiere hacerlo en compañía. Puede hablar sobre cómo se siente, recordar viejos momentos con la persona que no está, etc.

 

Pese a que como he indicado anteriormente, todo lo anterior es totalmente normal en un proceso de duelo, puede ocurrir que este se alargue y se complique bien por duración o intensidad. En terapia psicológica se puede elaborar la pérdida favoreciendo un significado nuevo a lo ocurrido, minimizar los síntomas que se mantienen con el paso del tiempo y poder ayudar a cerrar puertas y ciclos vitales tan importantes como es la despedida a un ser querido.

Espero que os haya gustado.

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