Ansiedad en tiempos de Covid-19

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es una emoción y como tal, es adaptativa. Esto quiere decir que nos manda información de nosotros mismos y del entorno que nos rodea para ayudarnos en nuestro día a día.

¿Qué tipo de información me manda la ansiedad?

La ansiedad surge cuando existe un elemento que podemos llegar a percibir como peligroso o que nos va a generar malestar. Es parecida al miedo. En este sentido, el miedo nos ayuda porque probablemente si no lo sintiéramos, no podríamos percibir el peligro cuando un coche a toda velocidad está a punto de atropellarnos y no podríamos reaccionar para ponernos a salvo.

La ansiedad es parecida pues puede prepararnos para la acción. Nos mantiene alerta. Ahora bien, el problema viene cuando ese peligro en realidad no es tan amenazante, cuando la emoción la sentimos de una manera tan intensa que no nos permite reaccionar y nos bloqueamos, o tan duradera que nos genera un malestar que permanece durante horas o días.

Actualmente, dada la situación del Covid-19, existe un peligro real fuera de nuestros hogares al cual nos hemos visto obligados a hacer frente, hemos visto interrumpida nuestra vida personal, nuestra área social, nuestro trabajo, nuestras costumbres… En diversos casos ha supuesto un sentimiento de responsabilidad extra como ha podido ocurrir con sanitarios, trabajadores de supermercados, de construcción, repartidores…, además de que en otros muchos casos los puestos de trabajo se han visto más vulnerables. Y ahora tenemos que volver a una cierta normalidad, que produce incertidumbre.

Estas situaciones pueden, por norma general, producir ansiedad (entre otras emociones). Sentir ansiedad ante todo esto es absolutamente normal. Ante la incertidumbre, estamos alerta por lo que pudiera pasar. Hasta ahí bien.

Ahora, ¿Por qué es tan difícil sobrellevarla?

Aunque la ansiedad sea una emoción totalmente válida, sentirla en una dosis elevada puede resultarnos desagradable. Y en ocasiones hacemos cosas consciente o inconscientemente que incrementan nuestras sensaciones desagradables.

Para que lo entendamos: lo que pensamos, lo que hacemos y lo que sentimos están en continua relación. Cada persona reaccionamos de una manera totalmente diferente. Esta reacción dependerá de nuestras experiencias pasadas, nuestro aprendizaje en la infancia, cómo toleramos o no el malestar o la incertidumbre, las creencias que tenemos arraigadas, nuestros estilos de apego, nuestra percepción sobre nosotros mismos… Todo ello supone un caldo de cultivo totalmente personalizado, que generará unos pensamientos automáticos, y unas reacciones automáticas.

¿Cómo identifico qué es ansiedad?

Podemos identificarla por los pensamientos que tenemos (tendencia a la preocupación, una visión negativa o catastrofista de lo que sucederá, una baja confianza en mis herramientas personales, sentir que la cabeza va a 1000por hora…) así como en las sensaciones corporales (fatiga, sensación de ahogo, tensión muscular, mareo, palpitaciones en el pecho, sudor frio, dolores estomacales o de cabeza, etc). También podemos identificarla por lo que tendemos a hacer, (necesitar manejar todo lo que podemos la situación, querer realizar las cosas de manera «perfecta», huir de lo que me agobia, etc).

Os pongo algunos ejemplos sobre cómo sin querer podemos elevar la ansiedad:

Si tengo una entrevista de trabajo, es normal que pueda sentir cierta ansiedad y mi activación se eleve. Es algo que me puede poner nerviosa, pues tiene una cierta relevancia para mí. Hasta ahí, podemos decir que es normal sentir ansiedad.

Si por ejemplo, me han inculcado desde pequeña que es primordial tener un buen puesto de trabajo y ser alguien en la vida, tiendo a ser exigente conmigo misma y a necesitar sentir cierto control de la situación, o si creo que no soy válida o capaz, la valoración que haré sobre la entrevista de trabajo será mucho más exigente, tendré como expectativa que he de hacerlo “perfecto” y eso incrementará mi ansiedad.

Si por ejemplo, rechazo esa sensación de ansiedad y busco huir de ella, (“no quiero sentir esto”) o incomscientente puedo valorar que sentir ansiedad (o tristeza, o enfado…) me puede hacer sentir débil o mostrarme vulnerable, lejos de bajar mi activación, de nuevo se incrementará.

 

 

Si además no hago cosas para expresar cómo me siento o sacar esa emoción fuera (hablar con alguien, escribir, hacer deporte…cada uno tiene sus propias estrategias), lejos de irse, la ansiedad se hará más grande. Aquí es importante entender que no se puede luchar contra la emoción, sino regularla.

🔹 ¿Y si siento ansiedad ante la pandemia y el desconfinamiento?🔹

Ante la situación del covid-19, la ansiedad funciona igual. Podemos estar en una alerta constante por la incertidumbre que causa la situación. Eso es totalmente lógico.

Ahí, si nos culpamos por sentirnos de cierta manera y consideramos que “no tenemos que estar así” probablemente la ansiedad aumentará, y se generarán otras emociones como tristeza, desinterés, culpa, rabia… Si evitamos situaciones por el miedo a lo que pueda suceder, al volver a enfrentar la ansiedad, nos será un poco más difícil gestionarla. Sentiremos que la ansiedad nos desborda.

Por ejemplo, ante los posibles contagios podemos tender a intentar “controlar” la situación, y estar constantemente pendientes de que todo esté limpio, o de no hacer ciertas cosas que me puedan poner en riesgo, estar pendiente de lo que hacen o no los demás… Esto también es contraproducente, pues en la vida nunca podremos tener todo bajo control, y ciertamente el más pequeño atisbo de que algo no lo podemos manejar, incrementará de nuevo nuestro malestar.

¡Ojo! Esto no significa que no tengamos cuidado. Significa que no nos obsesiones con ello.

Otro ejemplo es la inestabilidad laboral. Si estoy continuamente preocupada por qué pasará a nivel laboral y mis pensamientos se centran en todo lo que tiene que ver con esta sensación de incertidumbre, mi estado ansioso se incrementará. Por mucho que intentemos “controlar” con los pensamientos qué hacer en un futuro, esto también es imposible porque no tenemos una bola de adivinación, por lo que nunca hallaremos la mejor actuación ni estrategia posible para la situación laboral actual. Por ello lo esperable es que lejos de bajar nuestra ansiedad, ésta vuelva a incrementarse.

¿Y qué hago entonces?

Como he dicho antes, influyen múltiples variables en el modo en que nos relacionamos con nuestras emociones. Para ello es importante tener en cuenta la educación que hemos recibido con respecto a las emociones y a nuestro mundo intermo, las creencias que tenemos sobre nosotros mismos o sobre nuestras habilidades etc. Algunas ideas que nos pueden ayudar son:

  • La ansiedad es una emoción normal. No es mala. No va a hacerme daño. Durará unos momentos y pasará
  • No se puede luchar contra una emoción, pues se hará más grande. Aceptar que está ahí le hará perder fuerza. Mírala como si fueras un observador. No luches contra ella.
  • Intentar evitar la ansiedad es contraproducente. Acéptala como compañera de viaje que puede aparecer en ciertas situaciones, y luego se va.
  • Mira bien los mensajes que te mandas. Practica la autoaceptación y autocompasión. Mandarse mensajes de culpa o autorreproche provocará que se produzca más malestar. No pasa nada por sentirnos mal o desbordarnos en algunos momentos. Somos humanos.
  • Cambia el foco de atención. Intenta centrarte en los aspectos del día a día que te hacen sentirte bien y tranquilo/a en lugar de buscar mentalmente aquello que te preocupa.
  • Fíjate al momento consciente:  por ejemplo, si quedas con un amigo/a, practica la atención plena y escucha atentamente lo que dice, métete en la conversación, en la sensación positiva de volver a verle, etc.
  • Desahógate. Expresar lo que sientes es fundamental para poder regularte. Habla con personas con las que sientas confianza o encuentra aquellas cosas que te ayuden a sacar tus emociones y quedarte más tranquila.
  • No evites las situaciones. Aunque a priori evitar un suceso que nos puede generar ansiedad puede hacer que ésta desaparezca a corto plazo, en el momento en que volvamos a enfrentarnos con otro suceso que nos produzca ansiedad, esta se mostrará más fuerte.
  • Confía en tus herramientas y en lo que eres: eres capaz de experimentar malestar y no hundirte con él. Lo que sientes no identifica lo que eres.

Espero que os haya gustado y servido este post. La ansiedad es una emoción compleja y aunque he intentado explicar de manera más o menos práctica el ciclo que se sigue en el momento en que se genera la emoción, a veces se necesitan cambios muchos más profundos.

En terapia se puede abordar todo ese “caldo de cultivo” que os he comentado al inicio, evaluando de qué manera me relaciono conmigo mismo/a y con mis emociones, de cara a que podamos hacer cambios más arraigados a este respecto.

¡Os leo en comentarios!

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Sofía

Soy Sofía Reguillos Garzás, Psicóloga general sanitaria. Soy una persona con vocación de ayudar a los demás, y me considero una gran apasionada de de la mente humana.

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